"Soy un humilde lápiz en las manos de Dios"



Mabel Faur de Funes es uno de los pilares de la Comunidad San Cayetano La Plata. A sus 81 años es un ejemplo de participación y servicio desinteresado. En el 2001 fue galardonada con el premio a la "Virtud, Ética y Solidaridad" que entrega la Municipalidad como mérito a su generosa labor.

¿Cómo llegó a ser parte de la comunidad de San Cayetano?
Primero llegué al barrio porque mis padres ya vivían acá. Yo quería venir sobre todo por el colegio de los chicos; como estaba San Cayetano que recién se iniciaba le pedí a mi papá que me avisara cuando se desocupara un terreno. Cuando hubo uno enseguida vinimos con mi marido y ya nos quedamos, aunque la construcción de la casa fue de a poquito y gracias a la ayuda de los vecinos. Y los chicos pudieron entrar al colegio. Fue algo que pedí mucho a San Cayetano y a la Virgen de Pompeya y se me cumplió.

En la Iglesia empecé a trabajar en la época del padre Antonito… ingresé como ayudante para acomodar el altar. Íbamos todos los días a misa, el padre abría a las 6 de la mañana y yo estaba ahí, colaborando con él. Después ellos pusieron las plantas que están en el patio y con el padre Antonio las regábamos con un balde, hasta que un día le dije al Padre: sabe qué, vamos a comprar una manguerita. Se la regalé y entonces cada vez que terminaba la misa yo le cambiaba el agua a las flores del altar y salíamos a regar las plantas.
En esa época ya estaba Caritas, en un lugarcito chiquito atrás de la puerta, y también entré para ayudar un poco, pero me retiré cuando murió el padre Antonito. No de la Iglesia, sino de los quehaceres. Las cosas cambiaron un poquito y había gente nueva, más joven. Yo me sentía más grande.

Pero al tiempo volvió…
Y sí, yo había perdido a mi marido y me quedé sola. Me sentía bastante, bastante mal. Entonces mi médico me dijo que me sumara a algún club… pero yo dije ahí no. Y justo me acordé de que en una misa el padre Roberto había pedido gente para colaborar en Caritas. Pensé que era una buena oportunidad para reintegrarme, así que me acerqué y les dije a las chicas que yo ya era grande, que capaz estaban buscando gente más joven pero que tenía ganas de colaborar. Me dijeron que me quedara ya ese mismo día y empecé a trabajar. Me encantó… y cada vez me encantó más.

Después me fui incorporando a otras cosas… empecé con el Sagrado Corazón los viernes para la adoración al Santísimo; también participé en la Legión de María. Recuerdo que íbamos con la señora Élida y así empezamos con esa otra misión. Y más adelante cuando se formó el grupo que está actualmente de servidores me uní a ellos. Ahora estoy en ese grupo y el 6 de mayo se cumplen 16 años que empecé en Caritas, y a mis 81 años me siento tan bien como antes. Atender al que te necesita, te renueva.

¿Qué significa para usted la comunidad de San Cayetano?
Es mi familia. Tengo una hermana que vive en Mar del Plata y cada tanto voy a visitarla. Cuando estoy allá y pasan unos días me dice “ya estás extrañando”, aunque me comunique con las servidoras que trabajan allá, no es lo mismo.
Además los sacerdotes de nuestra comunidad siempre han sido una maravilla. Todos han dejado un hermoso ejemplo y a mí me han llenado mucho, mucho. Al padre Juan Carlos lo extrañé muchísimo cuando se tuvo que ir, ahora nos encariñamos con Enrique y Ricardo, aunque a Ricardo lo conozco de antes, cuando recién arrancó y recuerdo que venía siempre a cantar. Y al padre Mariano le tomé un gran cariño.

¿Su mejor recuerdo?
Me parece que todos los tiempos que viví en la parroquia fueron hermosos. Todos me llenaron.
Los mejores momentos fueron cuando estuvo el padre Antonio. Recuerdo que un día me dijo: “No se quien de los dos va a partir primero. Pero si vos te vas antes, intercede por mí, y si yo me voy primero, voy a interceder por vos”. Lo tengo siempre presente.
Otro recuerdo muy grato era ir con el padre Marcelo todos los jueves a visitar enfermos. Eso te llega profundamente, es algo que el Señor me ha mandado; Jesús, la Virgen y San Cayetanito siempre me ayudan, son los que dan fuerza. Ojalá Dios quiera que sea útil siempre. Siento que lo que vivo es del cielo, mío no es… Soy un humilde lápiz en las manos de Dios, lo digo con todo el corazón.

¿Tiene algún recuerdo negativo?
Hubo un tiempo que me sentí mal porque veía que algunas personas no comprendían a los más humildes, o decían cosas que no eran correctas. Y ahí reflexioné mucho y me dije… Vamos a perdonar. Todos nos equivocamos, no somos perfectos. Otras veces pude haber sido yo la equivocada. Para trabajar en grupo hay que tolerar, comprender al otro.

ALGO MÁS PERSONAL.

Un olor: Las rosas.

Un sonido: La música. Me encanta. Cuando la escucho oigo los susurros de Dios, lo siento. Al escucharla me pongo contenta y pienso en Él. Si todos comprendiéramos cuando miramos el sol, las estrellas, las plantas… la vida que nos da Dios día a día. Yo a mis hijos les digo siempre, si todos miráramos así, ¿cómo te parece que sería el mundo? Sería otra cosa.

Mejor sentimiento: El amor es lo más grande. El de una madre por sus hijos. Mi marido a mí me dejó lo más hermoso que tengo, mis hijos y mis nietos. Gracias a Dios tengo una familia muy compañera.

El peor: La muerte producida por algo que no se espera; una vida quitada. La guerra por ejemplo.

Su comunidad es… Algo muy hermoso y grande. La quiero muchísimo.

Ser teatina es… Ser un pedacito de San Cayetano.

1 comentario:

Unknown dijo...

Te amo abuelitaaa. Pasaron unos años ya de esto ! Pero seguis con la misma humildad y el mismo amor intacto ! ♡

Publicar un comentario