"Es como una gran familia"



Paola Santiago (29) y Pablo Matos (30) representan una de las familias surgidas y forjadas en el núcleo de nuestra parroquia. Padres de Bricio y en la espera de su segundo hijo, nos cuentan cómo empezó todo, cómo fue su crecimiento como pareja y la importancia de la comunidad en torno a su constitución como tal.

Lo primero. ¿Cómo se conocieron?
Pao: En el colegio, yo estaba en cuarto año y él en quinto. Lo conocía por una amiga y entonces empecé a ir a los lugares donde él iba. En esa época se hacían fiestas en clubes; los chicos de 5º organizaban para juntar plata para el viaje, así que empecé a ir al club donde estaba él porque mi amiga me avisaba. A partir de ahí nos conocimos y empezamos a salir. Al principio fue un noviazgo entre comillas, cuando volvió de Bariloche ya empezó la relación más formal. Yo tenía 16 y él 17.

¿Cómo se reflejó la relación a través de la participación que tenían en la Parroquia?
Pao: Cuando lo conocí a Pablo yo participaba de las guías. En ese momento había un grupo de jóvenes que organizaba Viviana, que fue donde él empezó a participar de la comunidad. Me acuerdo que también estaba Mariano. Así que nos veíamos los sábados, después veníamos a misa juntos, posteriormente me sumé al grupo de ellos y después ya nos pusimos a trabajar juntos en el coro.
Pablo: Yo antes de ponerme de novio con Pao no iba a la Iglesia. Una vez que empezamos a salir comencé a participar.

Pero vos Pao empezaste de chica a participar. ¿Cómo fue?
Yo estaba en el cole, a los 12 y había un grupo que se llamaba Metas, que era una pastoral dentro del colegio. Estuve ahí hasta los 15 cuando el grupo se disolvió y después empecé con las guías, y ya me quedé.
Es más, hará unos 10 años, cuando Viviana organizaba los grupos de la parroquia, una vez al año se hacía una entrega de premios al estilo Martín Fierro y a mí me entregaron “al que estaba siempre”, era como el premio a la figureti.

¿Siempre tuvieron una relación muy fuerte con la comunidad?
Pao: Sí, porque nos llevábamos bien. Es algo que disfrutamos siempre, nunca lo vimos como una obligación. Y a parte al principio de la relación, cuando ya Pablo estudiaba y yo trabajaba durante la semana se complicaba todo un poco más, entonces los sábados estábamos juntos en la parroquia. Ahí empezamos a juntarnos con Gloria, con los chicos que participaban de los grupos, con Pedro y Mariano… nos juntábamos todos.

¿Cómo fue la preparación del casamiento?
Pao: La decisión de hacerlo en San Cayetano era obvia, por una cuestión fue donde nos conocimos, nos reuníamos y en torno a donde giró todo.
Ahora, elegir a un sacerdote fue un problema –porque los queríamos a todos-. Justo en esa época se había ido Juan Carlos y habían llegado Mariano y Marcelo. A Marian lo conocíamos de cuando éramos novios y a Pin también. Entonces decidimos que nos casara Juan porque era el que nos tenía cortitos en el colegio. Si estábamos muy a los besos en algún recreo él venía y nos “bajaba línea”.
Pablo: A ella sobre todo, yo era más el rebelde (risas)

¿La comunidad los apoyó?
Pao: Si! Ana nos arregló las flores, todos preguntaban cómo íbamos con los preparativos. Yo trabajaba en la santería por ese entonces así que el contacto con todos era re frecuente. Estaba llena la Iglesia.

Y al poco tiempo llegó Bricio…
Pao: Sí, al poquito tiempo, a los 5 meses de casados quedé embarazada. Y me acuerdo que fue anunciado en la misa y ahí vinieron todos a saludarnos. Era como que lo estaban esperando. Después de 9 años de novios, primero la pregunta era cuándo se casan y luego para cuándo los hijos. El día que él nació fueron todos a saludarnos al sanatorio… es como una gran familia.

Y ahora… ¿estás esperando otro hijo?
Pao: Sí, ahora estamos de dos meses, y no sabemos qué va a ser. La fecha es para el 25 de diciembre, yo nací el 24 así que es como un regalo de Navidad.
¿Alguna preferencia?
A mí me da lo mismo.
Pablo: Y… estaría buena la parejita, pero al final es lo mismo.

Volviendo un poco a su participación en la comunidad, ¿cuál es el recuerdo más lindo que guardan?
Pao: En un momento, cuando estaba Roberto y ya hacía 5 años aproximadamente que estábamos en pareja, él nos invitó a ir a un encuentro de novios. Fuimos y la verdad es que nos unió mucho más, nos enseñó a no pelearnos tanto y a fomentar más el diálogo. Y es como que siempre eso lo mantuvimos. Cuando vemos que no estamos dialogando tanto nos acordamos de ese encuentro que hicimos. Sobre todo una vez que cada uno empezó a hacer cosas distintas, estudio o trabajo, hay que hacer que la pareja esté más fuerte, que se charle. Sino te hacés un diálogo muy chato, muy básico de todos los días y no se toca lo profundo. Entonces llegaría un día que explotás y largás todo lo de años atrás. Ese encuentro también nos enseñó eso: a hablar de las cosas cuando tiene que ser, a tomarnos el tiempo. A mí eso fue lo que más me llegó.
Pablo: Yo disfruté muchísimo la época del coro. Además de reunirnos en la parroquia después nos quedábamos todos juntos cenando. La excusa era preparar bien las canciones para el domingo, pero terminábamos comiendo unas pizzas, compartiendo más allá de la tarea.

¿Cómo están ahora en la parroquia?
Pao: Ahora empezamos a armar un grupo, pero bueno, estamos viendo. Porque a veces choca llegar y no saber qué hacer; o haber participado tanto tiempo y no pertenecer a ningún grupo. Mientras tanto mi idea es volver a coro (Pao) y organizar los tiempos con Bricio para que Pablo también pueda volver. Nosotros con Bricio nos limitamos más por el hecho de que no se lo podés dejar a alguien y también está bueno llevarlo con nosotros para que él se forme. Ir con el nene implicaría saber que el grupo se tiene que aguantar a un chico de 3 años que hay cosas que no entiende.
Es más, las primeras veces que Bricio empezaba a caminar mi miedo era si alguien me decía algo. Una vez se subió al altar durante la misa –varias veces en realidad.- y yo iba y lo bajaba. Pero cualquier sacerdote que estuviera me decía que lo dejara, que es un nene chiquito y es su forma de participar en la misa. Él va y viene, se siente como en casa.
Pablo: Una vez en otra Iglesia un cura pidió que lo calláramos porque él estaba con un juguete que hizo ruido. Él siguió jugando, pero fue bastante incómodo porque vos querés incluirlo dentro de la religión y hay gente que no es tolerante. Ahí es cuando más valorás tu parroquia.

En pocas palabras…

Lo más lindo de la vida: Bricio y la familia. (Pao)

Lo peor que les haya pasado: Problemas como puede tener cualquiera; más que los cotidianos gracias a Dios no. La familia tiene salud y eso importante. (Pablo)

Un miedo: Ahora que somos padres, y ya habiendo estado del otro lado, es que no les falte nada a los hijos, poder darles todo y tratar que el día de mañana no nos reprochen nada. Poder formarlos para que sean buenas personas. (Pablo)

Un olor: Y… yo siempre me voy a ir para Bricio, así que él cuando está acostado conmigo.

Un sonido: Mmmm, no sé. El bullicio de acá, de la casa. (Pablo)

La comunidad teatina representa: Creo que la base de nuestra familia. De la gente que uno conoció y con la que creció tanto uno va tomando cosas buenas y se va formando en torno a eso. A nosotros nos ayudaron mucho Juan Carlos y Roberto cuando éramos chicos. (Pablo)
También ahora que yo estuve con complicaciones, enseguida vino Pin a ayudarnos. O cuando pasa tiempo sin vernos, a Mariano o a cualquiera, cuando te volvés a ver es como si el tiempo no hubiera pasado. (Pao)

Ser teatino es: Ser sencillo. Para mí tiene que ver con eso, con la sencillez. El trato a la par, de juntarse… de reunión y comunión. (Pablo)

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